El acento en la mirada

Subo la escalera, peldaño a peldaño, con cada paso suenan en mi bolsillo las bolitas donde guardo aquellos sueños que lucen cuando llega la oscuridad. Esferas de cristal, próximas y cálidas las noto cuando subo por la escalera de piedra pulida por las lágrimas, por el aliento de los espíritus que andan libres más allá de la ciudad. Llego a lo alto, el corazón desenfrenado, entrañas cerradas, abierta la mente y con un deseo: saber qué hay más allá. (Xavier Vidal)

En un mundo antiguo y sin embargo nuevo, ante mí puedo ver múltiples caminos. Entre el verde intenso de naturaleza todo vuelve a comenzar con cada paso. Dimensiones enrolladas en sí mismas. El tiempo vuelve una, otra vez al presente la oportunidad de cambiar decisiones erróneas, por las que anduve muy perdido. Ya nada más la memoria de mis pasos me guía entre la ufana naturaleza siguiendo las cuerdas vibrantes del orbe que en sí mismo es infinito, que es eterno. (Fragmento)

En el plateado invierno nacen las semillas indefensas. Solo el rojo y dulce fruto las protege del viento y la lluvia. (Xavier Vidal Torrella)

Dejo que los hilos del silencio se deslicen suave entre mis dedos. Tejo con ellos un gran tapiz que ilumina mis sueños más bellos. Cubro con el tapiz las paredes solitarias de mi alma desnuda. Me siento y la contemplo vestida de alegres tintes de primavera. Escucho la música que suena cuando penetran en mí los sueños. (Xavier Vidal)